Si hablamos de historia hace más de 60 años un maestro mendocino con su familia, sediento de horizontes y ávido de escenarios naturales, construyó su casa de campo en el Valle de Pancanta, lugar al que se arribaba después de un largo camino de tierra que a menudo y luego de una copiosa lluvia, se consideraba intransitable obligando al viajero, más de una vez, a dormir en un refugio, invitado por sus dueños. Los ríos crecidos hacían que el itinerario San Luis- Valle de Pancanta sea una aventura llena de sensaciones impidiendo programar el momento del regreso.
Pasado el tiempo y ante la demanda de visitantes aquel pionero mendocino agrandó su casa dándole forma de hostería a lo que hoy es LAS VERBENAS.
Turistas, buscadores de oro y trabajadores de la actividad minera fueron los primeros moradores del lugar. Vestigios de esa época son las casas de piedra, los puestos de adobe, las boca minas abandonadas y las pircas, tapias de piedras apiladas que dividían los campos y que los pirqueros armaba artesanalmente.
Olmos. Álamos, abetos, robles y sequoias son muestras del paso del tiempo y de la historia del lugar, donde un bosque tupido parece casi un milagro que contrasta con la aridez de la zona. Si seguimos el pasado de la humanidad, reservas de pinturas rupestres con dibujos realizados en varias formas y colores que marcan los ciclos evolutivos de comunidades primitivas y cavernas habitadas durante años por la cultura Ayampitín hasta huarpes, olongastas y comechingones, hacen que la zona sea una fuente importantísima de nuestra historia.